lunes, 27 de agosto de 2007

Castillos de arena

¿Por qué cuando uno es chico se sorprende más con las cosas simples de la vida como hacer un castillo de arena?

Si fuese la acción propiamente tal, entonces, si hiciera mi primer castillo de arena en la playa a los 20 años de edad, ¿le encontraría igual el gusto? ¿Lo encontraría igual de maravilloso? La gente piensa que cuando uno chico las cosas más “pequeñas” asombran, pero, ¿que sucedería si a los 5 años salimos en las noches y nos reventamos como lo hacemos la mayoría de los jóvenes, sino todos, hoy en día? Posiblemente tendríamos a los 20 unos recuerdos de la infancia impresionantes, ¿o no? ¿Le encontraríamos más gracia que jugar a la escondida, a la pinta, a las bolitas?

Porque si la respuesta es un no, todo concluye en que las cosas más simples son la base de la felicidad. Y no es casualidad. ¿Cuántas veces en una fiesta de cumpleaños hablamos una y otra vez sobre los dibujos animados que marcaron nuestra infancia? Son recuerdos que a uno lo marcan. Cuando uno esta recién creciendo, no conoce nada, todo es sorprendente, y cada detalle que uno desprende del día a día tiene peso en nuestro futuro; desde aprender a cruzar la calle, hasta saber que hay que lavarse los dientes antes de ir a dormir.


Como olvidar cuando uno jugaba en la calle a la pelota con los amigos del barrio, donde piedras o mochilas eran los palos y no existía un travesaño, cada uno se lo imaginaba a una altura diferente ("
¡oye, si fue alta!"). He ahí la clave de todo este paradigma, la imaginación. Crear batallas con las figuras articuladas de las tortugas ninja en el patio te hacía explorar tu mente, cada uno de tus amigos visualizaba las plantas como un diferente recinto de guerra, y si había una piscina era una muerte inminente.

Paremos de vivir sin advertir estos detalles...

¡¡¡Vamos a construir castillos de arena!!!